Creando con Story Cubes (3ª parte)

Continuamos con la historia que dejamos abierta allá por marzo. Hemos mantenido la misma mecánica de trabajo. Como ya sabéis, jugamos con los dados Story Cubes de la siguiente manera, en primer lugar se tiran todos los dados y posteriormente, uno por uno van eligiendo un dado y contando una historia, de forma que cada persona continúa el relato en el punto en el que la deja la persona anterior.

Capítulo 3: Escape

De la nave bajaron diez soldados fuertemente armados que, al tocar tierra, se quitaron los arneses y nos rodearon. Nos estaban apuntando con sus armas y nos gritaban. "¡¡Estáis rodeados, arriba las manos!!". Spartacus no paraba de ladrar y dar tirones. Miré a mi derecha y vi a Kram muy concentrado. Tenía una mano en la cabeza y la otra apuntando hacia los soldados. De repente, éstos salieron disparados hacia el cielo desapareciendo de nuestro campo de visión.

Nos quedamos de piedra al ver lo ocurrido. Al parecer, Kram mantenía los poderes que le había dado el líquido de la caja. "¿Pero qué has hecho? Seguro que nos van a seguir buscando por tu culpa" dijo Rachid. Kram, muy enfadado, respondió "si vuelven déjamelos a mi, que yo me encargo". "Dejad de gritar por un momento, ¿Es qué no oís eso?" dijo Amalia con gesto de preocupación. Nos quedamos en silencio y nos dimos cuenta que, a lo lejos, se oía una especie de silbido muy parecido al de un enjambre de abejas. Ese ruido se hacía cada vez más fuerte y se aproximaba peligrosamente. Pudimos ver un gran grupo de drones, cientos de ellos. Se estaban acercando.

En pocos segundos, tuvieron lugar una serie de explosiones. Nos estaban atacando. Rachid recordó que dentro del aerodeslizador había armas y explosivos, además de la caja con el líquido misterioso. Decidimos no tocarlo por el momento. Mientras, Kram intentaba utilizar los pocos poderes que aún le quedaban para frenar a los drones. Con su mano lanzaba ondas que los destruía en mil pedazos. Los estaba distrayendo mientras que nosotros esacapábamos. Junto al aerodeslizador vimos la entrada a una cueva, así que corrimos hacia ella para refugiarnos.

Corrimos hacía la entrada de la cueva mientras disparábamos al aire. Conseguimos destruir algunos drones pero eran demasiados. Entramos en la cueva, estaba totalmente oscura y apenas se podía ver. Por suerte, habíamos cogido unas linternas del aerodeslizador que todavía tenían algo de batería. Decidimos explorar lo que había a nuestro alrededor. La estancia era húmeda y caían algunas gotas del techo. Era muy amplia y con un techo muy alto, unos 8 o 9 metros aproximadamente. Se podía ver como, de la cavidad, salían cuatro pasillos excavados en la roca. Parecía haber sido una mina tiempo atrás. Empezamos a caminar lentamente por el primer pasillo de la derecha. En primer lugar iba Rachid alumbrando el camino, le seguía Amalia con Spartacus y yo cerraba el grupo. No sabíamos que podía haber sido de Kram.

Seguimos avanzando por el pasillo unos 200 metros hasta que llegamos a una gran puerta metálica. Era redonda y tenía unos dos metros de diámetro. Estaba cerrada. En una de las paredes del pasillo había un panel con botones de diferentes tamaños. Decidimos intentar abrirla tocando botones al azar. El primero en intentarlo fui yo. Me llevé una descarga eléctrica nada más tocar el panel de metal. Se me ocurrió coger un palo y empezar a apretar botones pero no había manera de abrirla. Rachid, cansado de esperar, apuntó con su rifle al panel y descargó una rafaga de disparos. Al instante saltaron chispas y se provocó un cortocircuito que hizo que la puerta se elevara. "Habeis visto que fácil era" dijo riéndose.

Nada más poner el pie dentro se activó una alarma y se encendió la luz de la habitación. Aquello parecía un laboratorio abandonado. La alarma no paraba de sonar, era un ruido atronador, muy molesto, que no sabíamos de donde venía. En una mesa vimos un botón rojo que parpadeaba. Amalia lo pulso pensando que cesaría el ruido. Y así fue. Nos quedamos en silencio unos segundos, asombrados con lo que estábamos viendo. Había tubos de ensayo, bombonas de gas, probetas, embudos, jeringuillas, todo lleno de polvo. Encima de las mesas se apilaban botellas vacías de diferentes tamaños, entre las que destacaba una con un líquido negro y una equis en la etiqueta.

Por los altavoces se empezó a escuchar un mensaje que no conseguíamos descifrar. Se repetía en bucle como un mantra. Empezamos a ponernos muy nerviosos. ¿De quién era esa voz? ¿A quién iba dirigido el mensaje? Miramos a nuestro alrededor y vimos una antena apuntando al techo de la sala. Pensamos que nos podría servir de ayudar a entender mejor el distorsionado mensaje. Rachid, que tenía algunos conocimientos de informática se puso a manipular la antena, orientándola en todas direcciones. "¿Habeis sentido eso?" dijo Rachid, "me han vibrado los guantes". A los pocos segundos empezamos a oír de forma clara y nitida el mensaje. "DESPEJEN LA ZONA. EN 15 MINUTOS EXPLOSIÓN INMINENTE".

El mensaje nos puso muy nerviosos. No sabíamos muy bien que hacer. Corrimos en todas direcciones tratando de buscar una salida por algún sitio. Entramos en todas las habitaciones que nos encontrábamos. Una de las salas estaba cerrada pero desde la puerta se podía ver que estaba llena de microscopios. Parece que lo habían utilizado para investigar virus o enfermedades altamente contagiosas. Por el suelo había tirados trajes amarillos y máscaras de gas. Al tocar la manivela de la puerta se activó un holograma. Un invididuo muy asustado decía "¡¡Ha habido una fuga en el laboratorio!! Se ha activado el protocolo de emergencia". Trataba de hablar mientras tosía. Siguió diciendo "¡¡No entréis aquí, no queda mucho tiempo, escapad mientras podáis!!"

Habían pasado ya 10 minutos y seguíamos sin encontrar la salida. vimo unas escaleras que llevaban a unos niveles superiores, así que decidimos probar suerte. Estábamos esperando a Amalia, había ido a coger la botella con el líquido negro. "No sabemos que puede ser. Quizá nos sirva de ayuda en el futuro" dijo. La metió en su mochila y empezamos a subir escalones. Íbamos por el quinto nivel cuando se oyó un mensaje por los altavoces. "EXPLOSIÓN EN 3, 2, 1...". Se oyó un gran estruendo en la mina. La escalera por la que subíamos se movió violentamente y del techo cayeron trozos de piedra y polvo. Seguimos subiendo pero empezamos a notar que el suelo empezaba a estar mojado. La explosión había provocado la rotura de varias tuberías y la mina se estaba inundando. Spartacus era el más rápido y guiaba la huida. Yo tropecé y caí varios escalones hacia abajo. Enseguida me vi rodeado de agua hasta el pecho. Amalia disparó a uno de los conductos de ventilación que había en las paredes permitiendo que el agua saliera y que no subiera mas el nivel. Entre los dos me subieron "Menos mal que te tenemos aquí Amalia, muchas gracias, me has salvado la vida". Seguimos subiendo escalones hasta llegar al último nivel. Había una puerta abierta que daba a un andén de trenes. Todo seguía abandonado y con signos de no haber recibido visitas en mucho tiempo.

En la vía se encontraba un tren aparcado. Entramos en la cabina a inspeccionar y vimos una caja fuerte cerrada. No había manera humana de abrirla. Rachid volvió a sacar el fusil y disparó varias veces a la cerradura, rompiéndola en pedazos. Después de que se disipara el humo, la caja fuerte se abrió y dentro encontramos unas llaves y una máscara. Las llaves tenían un dibujo que habíamos visto antes en el fuselaje del tren. Eran parecidas a una tarjeta de crédito pero mas largas y de color negro brillante. Pensamos que servirían para poner el tren en marcha. Buscamos por el habitáculo una ranura que nos permitiera introducir las llaves y poner a funcionar la máquina.

Debajo del panel de control vimos un orificio rectangular en donde metimos la llave. Hizo un click al llegar al final y vimos que giraba a la derecha. Al hacer un giro de 90 grados se encendieron todas las luces de la cabina. Se había activado el motor. Una pantalla se encendió a la izquierda del panel, marcaba una ruta a lo largo de las profundidades de la mina. Al tocar uno de los botones del panel se encendieron las luces delanteras, pudiendo ver lo que había delante de nosotros. Otro de los botones que pulsamos activó el piloto automático. El tren empezó a temblar y a hacer ruido. Yo me quedé mirando hacia el final del túnel mientras los otros daban vueltas por lo vagones. Aquello empezó a moverse muy lentamente.

Al salir de la estación notamos que algo caía del techo del túnel. Rachid y Amalia fueron a ver de que se trataba. Se oyó un grito y una serie de disparos. Llegaron corriendo asustados "¡¡Unos bichos han entrado en el tren, tienen garras muy largas y afiladas. Han intentado atacarnos!!". Dejé lo que estaba haciendo y les acompañé. Habían cerrado todos los vagones a su paso pero los bichos rompían las compuertas fácilmente con sus garras. Amalia cogió la botella con el líquido negro. "No se que es esto pero vamos a probar" dijo. Abrió la compuerta y la lanzó contra los bichos. "¡¡Comeros esto, basuras!!". Al chocar con el suelo se rompió el cristal y el líquido se desparramó por el suelo del vagón. Cerramos la puerta y por la ventana de la compuerta pudimos ver como los bichos se retorcían y convulsionaban, con unos fuertes espasmos y expulsando espuma por la boca. Todo apuntaba a que era un líquido altamente tóxico.

Estuvimos subidos en el tren durante unas dos horas, todo el rato bajo tierra y sin saber muy bien que hora del día era. De repente se oyó "PRÓXIMA ESTACIÓN central nuclear. Recuerden seguir las medidas de seguridad. En caso de emergencia, debajo de sus asientos tienen trajes y mascarillas". A lo lejos vimos una luz que indicaba que nos estábamos acercando a nuestro destino. El tren se empezaba a ralentizar y la luz se hacía cada vez más intensa. Salimos del tunel y el tren se paró en la estación de la central nuclear. No muy lejos de allí, a unos 500 metros, se elevaban unas chimeneas humeantes y una serie de edificios futuristas. La estación estaba vacía, no había señales de vida humana o extraterrestre. Empezábamos a tener hambre y no nos quedaba mas opción que internarnos en la central a investigar.

Cogimos un pequeño camino que nos llevaba directo a la central. Frente a la puerta, presidía la entrada una estatua de bronce de unos 5 metros de alto. Se podía ver a un astronauta sujetando una bandera. En la base había una inscripción en castellano que decía "En honor a los valientes que descubrieron este planeta. 7 de mayo de 2016". ¿Cómo era esto posible? ¿Españoles en Saturno? Seguimos avanzando por el camino, ahora asfaltado, con la cabeza hecha un lío. Llegamos a una zona recreativa. Había varios campos de futbol, una pista de baloncesto, un campo de rugby, pistas de tenis, un minigolf. Todo abandonado.

Continuará...

En la elaboración del relato han participado Pablo, Ginés, Paco, Rafa, Raquel, Amalia, Mª Luisa, Salva, Manuel Ángel, Toni, Jose Antonio, Emilio, Raul, David, Antonio, Sandra, Lola y Tatiana.




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